25 de Noviembre
La violencia contra la mujer, en el hogar o fuera del hogar, nunca es justificada. La violencia en cualquier forma – física, sexual, psicológica, o verbal- es un crimen. Cuando la violencia en contra de la mujer es tolerada, puede ayudar a preparar el escenario para actos violentos en contra de otros grupos también.
La violencia en contra de la mujer en el hogar tiene particularmente serias repercusiones. Cuando la mujer es una madre y la violencia es llevada a cabo delante de sus niños, se crean las condiciones en el ambiente para un ciclo de violencia que puede ser transmitido de generación en generación.
Los consejeros de la violencia familiar nos enseñan que la violencia es un comportamiento aprendido. En algunos casos, los hombres que cometen el abuso y las mujeres que son abusadas han crecido en hogares donde ocurría la violencia. En una situación semejante, un niño puede crecer creyendo que la violencia es un comportamiento aceptable; los niños aprenden que ésta es una forma de ser poderosos. Los consejeros sobre el abuso dicen que el niño que haya crecido en un hogar presenciando abuso físico está mil veces más inclinado a utilizar la violencia en su propia familia. Al mismo tiempo, apenas el 25 por ciento de los hombres que crecieron en hogares con abuso físico prefirieron no usar la violencia.
Los índices de violencia familiar en Angola son altos. En opinión de Delma Monteiro (activista en asuntos de Género) estos números se deben a la comprensión que aun tenemos de los papeles que otorgamos a los hombres y mujeres. La diferenciación de los papeles, determina la forma como hombres y mujeres son educados. Se enseña a los hombres a enfrentar los peligros, ya que sentir miedo es señal de debilidad; a enfrentar insultos y desafíos porque ignorarlos es cobardía; a tener varias mujeres y sustentar la familia.
En cambio en la educación que se da a las mujeres, el discurso es totalmente contrario. No responder a insultos, ser sumisas, cuidar de la casa, jamás deben tener varias parejas, porque eso es signo de mala reputación. Estos estereotipos permiten a los hombres usar la violencia contra su compañera y condiciona a la mujer a aceptar de buen ánimo la violencia sufrida.
Gran parte de las situaciones de violencia ocurrida en las familias guardan relación con la distribución de las tareas domesticas. Excusas como: la mujer no preparó la comida o si la hizo resultó salada o quemada, no limpió la casa, no cuido de los hijos, sirven para justificar la violencia. Esas situaciones de no hacer o hacer mal son una excelente oportunidad para que los hombres se comprometan más en las tareas domesticas y en los cuidados de la familia y no un pretexto para la violencia (para leer la entrevista completa a Delma Monteiro puede consultar la revista Mosaiko Inform nº 22)