História do nome

En las sociedades tradicionales, cada pueblo, cada costumbre, cada institución tiene una historia que la introduce y justifica. Siguiendo la senda de esa tradición milenaria, esta es la historia que está detrás de Mosaiko:

Muntu (“persona” en varias lenguas bantúes) vivía en una aldea en medio del bosque, llena de bellas tradiciones. Tenía muchos hijos y vivía en plena armonía con toda la gente.

Cierto día, los hombres de la aldea fueron a cazar y Muntu también fue con ellos. Después de un día de sol ardiente corriendo detrás de los animales, se armó una buena discusión a raíz del reparto de la carne. De ahí nació tal guerra, que los habitantes de la aldea tuvieron que dispersarse. Gran parte de la familia de Muntu murió y él mismo estuvo mucho tiempo perdido por el bosque, expuesto a varios peligros, pasando hambre y sed. Huyendo de cualquier manera, en la tentativa de abandonar la selva, fue a parar muy lejos, a una tierra bastante árida. Después de andar durante mucho tiempo, Muntu se sentía tan mal que ya había perdido la esperanza de seguir viviendo. Se acostó en un embondeiro (árbol africano también llamado baobab) y se quedó esperando a la muerte, sin darse cuenta de que el embondeiro estaba lleno de múkuas (frutos del árbol).

Cuando notó que muchos pájaros venían constantemente a picar el tronco del embondeiro se sorprendió bastante y hasta consideró a aquellos pájaros tontos en comparación con los de su aldea. A pesar de todo, decidió preguntar su nombre y ellos le contestaron que se llamaban Kisalu (“trabajo” en Kikongo) porque se pasaban el tiempo trabajando. Esto hizo que Mundu los considerase todavía más tontos. Mientras tanto, decidió también picar el tronco del embondeiro por inercia. Pero descubrió que podía alimentarse de las astillas que se desprendían del árbol y picó y cavó tanto que pasados tres días había hecho un gran agujero en el tronco del árbol. Así, recobró sus fuerzas y al sentir que estaba lo suficientemente recuperado, retomó su camino. Pero, inmediatamente, se perdió y se vio nuevamente sin nada para comer ni beber. Mientras andaba, vio surgir inesperadamente delante sus ojos un pequeño charco. Muntu se agachó y se puso a remover el agua del charco para poder aprovechar también la tierra húmeda. Desgraciadamente, aquella pequeña esperanza reveló un peligro todavía mayor, debido a que cerca había un león que al verlo se lanzó para devorarlo, aunque no lo alcanzó por poco, ya que se resbaló en el charco.

“Sano y salvo”, pero completamente perdido, cansado y con hambre y sed, Muntu vio a lo lejos el embondeiro “salvador” en cuyo tronco había abierto el agujero. Se precipitó con la intención de poder volver a alimentarse de sus astillas: ahora ya consideraba a los Kisalu animales muy inteligentes. En su ausencia, el agujero del embondeiro se había llenado con agua que lentamente se vertía del tronco. Muntu bebió hasta quedar saciado. Cuando terminó, exclamó muy agradecido al embondeiro: “fuiste mi salvación, ya que si no fuese por tu tallo habría muerto hace tiempo”. El agua del embondeiro le dio tanta fuerza, que decidió volver a la aldea. La encontró desierta y destruida. Se sentó debajo de la mulemba y se puso a pensar: “¿Cómo hacer regresar a los otros?”. Decidió ir a consultar a la anciana Emwainasano (“harmonía” en Kwanyama) que era una persona llena de experiencia en la vida y, por eso, daba siempre muchos consejos a quien fuese a consultarla. Le aconsejó hacer una gran fiesta – la fiesta de Mosaiko- a la que invitaría a todos los habitantes, solo entonces aceptaba regresar a la aldea. Muntu estaba muy contento con la idea y tomó la iniciativa de expandir la noticia de que todos podían regresar sin recelos. Así, consiguió reunir a mucha gente en casa de Dikanka (“familia” en Ibinda). Comenzaron a conversar mientras comían Kuzokoza (“ajustar” en Kimbundu). Todos se lamentaron por lo que sucedió y por haber obligado hasta a la más anciana Enwainasano a abandonar la aldea. Todavía tímidos, decidieron no provocar nunca más una discusión tan grande. No acababan de tomar la decisión, cuando entró la anciana que los aconsejo a escoger Mbembwa (“paz” en Ngangela) para formar un soba (líder tradicional) conjuntamente con su adjunto, el viejo Esunga (“justicia” en Umbundu) que resolvía siempre tan bien las “makas” (problemas) de modo que nadie se sentía perjudicado. Solo como consecuencia de la gula, no quisieron consultar en aquel día de caza. Comenzó entonces el banquete de la gran fiesta de Mosaiko. Todos cantaron y danzaron asimilando el regreso.

Mbembwa volvió a la aldea y era un soba muy bueno. Por esos días, nació su casule (la persona más joven) Murimu (“desarrollo” en Cokwé). Sin embargo, como todo estaba destruido no había comida. Muntu sugirió avisar a los Kisalu para que les enseñaran el canto del trabajo. Los Kisalu vinieron y todos aprendieron a trabajar. Mientras, Murimu iba creciendo, era muy bella y a todos les gustaba mucho cogerla en brazos. Para corresponderles, pensó en distribuir flores a quien mejor imitase la voz de los Kisalu. Al final, toda la gente cantaba muy bien y con los Kisalu habían aprendido también hasta a picar la tierra. La anciana emwainasano no se cansaba de dar consejos siempre que ellos la buscaban. Decidieron también reunirse regularmente en casa de Dikanda y hacer todos los años la fiesta de Mosaiko. Allí todos se sentían bien. Desde entonces se trataban como iguales. Las mujeres ya no pasaban el tiempo trabajando mientras los hombres iban a beber. Descubrieron que Kuzokoza era la mejor comida para dar fuerza y que se si la comían varias veces no cogían tantas enfermedades.

Cada año, se reunían todos para hacer la gran fiesta de Mosaiko. Desde el soba Mbembwa hasta la pequeña Murimu, todos traían lo mejor que tenían y a Kuzokoza nunca faltaba.

Al ritmo del batuque cantaban el canto de los Kisalu y en ese momento la vieja Emwainasano sacaba al viejo Esunga a bailar.

Como esta historia sugiere, Mosaiko quiere contribuir, conjugando las siete palabras clave (en siete de las principales lenguas de Angola) para que la felicidad vuelva a la aldea angolana. La palabra Mosaiko quiere explicar la transformación polifacética de aquello que en Angola es una realidad amenazadora en una oportunidad creativa a nivel político, económico, social, cultural y eclesiástico.

Porqué Mosaiko
Siete Lenguas

La palabra Mosaiko está formada por siete letras que provienen de palabras de las siete principales lenguas nacionales de Angola:

  • Ngangela: Hablada principalmente en el Sudeste de Angola.
  • Kimbundo: Hablada principalmente en el corredor entre Luanda y Malange.
  • Umbundu: Hablada principalmente en el centro de Angola.
  • Ibinda: Hablada principalmente en la provincia de Cabinda (norte de Angola).
  • Cokwe: Hablada principalmente en el Este de Angola.
  • Kikongo: Hablada principalmente en el Noroeste de Angola.
  • Osikwanyama: Hablada principalmente en la provincia de Cunene (Sur de Angola).

SIETE
VALORES

1.

Profesionalismo

Todas las personas – y principalmente las más vulnerables- tienen derecho a lo mejor de nuestras capacidades personales y profesionales.

2.

Desarrollo

Un verdadero proceso de desarrollo parte de la realidad concreta de todas las personas y protagonizado por ellas y tienen respeto por su dignidad y su calidad de vida como única finalidad.

3.

Sostenibilidad

Trabajamos con las personas” y no “para las personas”. Solo la apropiación de competencias por parte de las personas garantiza su sostenibilidad y el impacto del trabajo desarrollado.

4.

Empowerment

Preferimos esta designación a su traducción por “capacitación” ya que esta destaca su adquisición de poder (power) por parte de las personas más vulnerables para poder ejercer sus derechos y ser protagonistas de su futuro.

5.

Proximidad

Es la base de un abordaje constructivo y dialogante centrado en la realidad vivida por las personas que busca aproximar ciudadanos, grupos, organizaciones e instituciones del Estado.

6.

Compromiso

Exige que cada actos social cumpla aquello a lo que se compromete y busque equilibrios en los que los intereses comunes se sobreponen a los particulares.

7.

Unión

Aliciente de la acción colectica en un abordaje inclusivo, partiendo de la diversidad de culturas, conocimientos y experiencias como un factor de enriquecimiento mutuo.

Siete Palabras

La palabra MOSAIKOreúne una letra de siete palabras que marcan el horizonte de trabajo que el Instituto para la Ciudadanía se propone realizar:

FAMILIA

DESARROLLO

HARMONÍA

JUSTICIA

PAZ

PALABRA

TRABAJO

SIETE COLORES

Creemos que la grandeza de una país se mide en la grandeza de su pueblo que acercamos a nuestro lenguaje de lo que es común y verdadero para un angolano o angolana.
Los colores que utilizamos caracterizan valores y hábitos intrínsecos de la sociedad angolana. Los verdes de la naturaleza, los ocres y castaños de la tierra y los colores calientes del sol.
Son todos tonos que representan la energía angolana y la evolución positiva del país.

Siete Letras

La palabra Mosaiko reúne una letra de siete palabras en siete lenguas nacionales de Angola para mostrar que la filosofía de trabajo de Mosaiko buscar crear unidad partiendo de la diversidad de los pueblos, culturas, conocimientos y experiencias.

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